Friday, April 27, 2007

Behind the Screen Goes Global

Thanks to the tireless efforts of friend Prof. Armando Fumagalli of the Catholic University of Milan, Act One's book, Behind the Screen is now available in Italian! When I was in Milan in March, I did several interviews about the release of the book. Here are some press pieces about Act One and the book.

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Cristianos en Hollywood

Entrevista al profesor Armando Fumagalli

MILÁN, miércoles, 25 abril 2007 (ZENIT.org).- ¿Qué hacen los cristianos en
Hollywood? Es lo que explica un libro con testimonios y reflexiones
provenientes de la «capital» del cine.

Publicado primero en inglés y ahora en italiano, «Cristiani a Hollywood», de
Spencer Lewerenz y Barbara Nicolosi (Edizioni Ares), muestra cómo se vive la
fe en el competitivo y duro mundo del cine.

Zenit ha entrevistado a Armando Fumagalli -responsable de la edición italiana
del volumen-, para quien «los cristianos, como cualquier otro profesional,
deben tener la humildad y la paciencia de aprender de los mejores» y buscar
los niveles de excelencia que superen la «buena voluntad», también en el cine.

--¿Qué hacen los cristianos en Hollywood? ¿Contribuyen a mejorar los niveles
cinematográficos?

--Fumagalli: Diría que antes de preguntarse si contribuyen a mejorar los
niveles, hay que decir que actualmente los cristianos practicantes y
convencidos en primer lugar son pocos.

Hablamos de Hollywood porque los productos que nacen allí van a todo el mundo.
Pero la presencia de cristianos en el cine europeo es todavía más escasa que
en Hollywood.

Luego, como siempre, entre los cristianos están aquellos más o menos capaces,
más o menos preparados, etcétera. Pero la cuestión interesante es, por una
parte: ¿cómo es que en los últimos decenios ha habido tan pocos?

Y todavía más interesante, como ha hecho Barbara Nicolosi, es tratar de hacer
que personas de fe se preparen seriamente, con niveles profesionales muy
altos, para poder trabajar en este ambiente tan competitivo y exigente, para
llevar una voz más al diálogo entre las diversas culturas y las diferentes
visiones del mundo que hay en el cine y la televisión.

No basta con tener buenas intenciones; hay que ser excelentes profesionales.
También a mí, como a Barbara Nicolosi, me sucede con cierta frecuencia leer
obras para el cine escritas con las mejores intenciones, pero con un nivel
profesional todavía muy bajo.

Los cristianos, como cualquier otro profesional, deben tener la humildad y la
paciencia de aprender de los mejores.

--¿Hay mucha diferencia en la industria del cine entre los católicos y los
cristianos de otras denominaciones?

--Fumagalli: Uno de los aspectos que me ha impresionado más, cuando leí el
libro en la versión estadounidense, es el sentido de espontánea unidad entre
los cristianos de diversas denominaciones y confesiones que trabajan en la
industria cinematográfica.

Frente a un mundo lejano a Dios, al que devolver una dimensión espiritual y
una esperanza ultraterrena, las diferencias de confesión cristiana desaparecen
naturalmente. El libro me pareció enseguida también un bellísimo ejemplo de
ecumenismo «vivido».

Pero debo decir también que -en los ensayos de los autores protestantes- se
advierte la falta de referencias doctrinales seguras sobre algunas cuestiones
éticas importantes: no tienen un magisterio oficial, o al menos no lo tienen
con la claridad con la que lo tenemos los católicos.

Sentí una gran compasión por personas que tan seriamente y con tan gran
motivación quieren hacer el bien. Y una vez más he vuelto a considerar el gran
tesoro que tenemos los católicos en la guía del Magisterio.

--¿Por qué los Estados Unidos, país «profundamente religioso», como dice usted
en el libro, nos ofrece tantas películas de sangre y violencia?

--Fumagalli: En parte es una cuestión que depende de su cultura. Se trata de
un país civilizado desde hace pocos siglos, y durante muchos decenios de su
historia ha sido una especie de tierra de nadie en el que la ley del más
fuerte era a menudo la que prevalecía.

No debemos dejarnos encantar por la imagen idílica a menudo transmitida
también por el cine. En los años '60, en algunos Estados de la Unión se
toleraban todavía los linchamientos de negros, sólo por poner un pequeño
ejemplo.

La fe cristiana (pero también el cine, estoy convencido) ha sido y será un
elemento de educación y de transformación hacia una sociedad menos violenta.

Esta cultura ruda en parte se ha reflejado y se refleja todavía hoy en el cine
estadounidense, que tolera más la violencia que el cine europeo.

Pero no hay que olvidar que mientras bastante a menudo el cine europeo es de
raíz nihilista y atea, en le cine americano quedan todavía -al menos en
algunas películas cada año- en modo significativo rendijas de espiritualidad,
y muy a menudo -al menos desde el punto de vista humano- las soluciones que se
dan a los dilemas de los personajes están arraigadas en una antropología
equilibrada y humanista, que conserva fuertes elementos de sus raíces
judeocristianas.

Pienso no sólo en las películas de inspiración incluso indirectamente
religiosa, como «El señor de los anillos» o «Las crónicas de Narnia», sino
también en películas como «El show de Truman», «Tienes un e-mail», «Hombre de
familia», «Al otro lado del mundo», «Especialista en ligues», «El hombre que
no se dejó tumbar», «La intérprete» y muchas más.

Por poner otro ejemplo, que me es muy querido, todos los filmes de «Pixar»
(«Toy Story», «Nemo», «Los increíbles», «Cars», etcétera) son casos muy
interesantes de cintas de enorme éxito y con contenidos humanos excelentes.

--¿Por qué acusamos a Hollywood de ser responsable de nuestros males cotidianos?

--Fumagalli: Por una parte porque es verdad que el cine y las series de
televisión, que son los productos audiovisuales más difundidos en todo el
mundo, tienen mucha importancia para presentar y difundir modelos de vida; por
otra, sin embargo, no hay que olvidar que es responsabilidad de todos lograr
que este ambiente profesional que tiene tan amplia resonancia en todo el mundo
sea objeto de la oración y también del empeño laboral directo, de hombres y
mujeres que se preocupen por la persona y su destino eterno.

Así que no basta con culpar a Hollywood de nuestros males: cada uno de
preguntarse si puede hacer algo para mejorar la situación.

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